“Hay un país pequeño, con un pequeño tren y un brazo de mar pequeño, por donde navegan pequeños barcos…”, así comienza el escritor Alvaro Fernández Suárez, la historia donde quedan reflejadas las aguas y las gentes de la Ría del Eo, la ría que Asturias comparte con Galicia, en el norte de España.
En estas aguas del Mar Cantábrico,ya desde el siglo XII, comenzó un incipiente comercio de cabotaje en el que la pesca y la construcción naval jugaron un papel importante para las comunidades ribereñas.
Entre los siglos XV y XVIII, la Ría del Eo se vio beneficiada por el auge de las tierras altas de los Oscos y del obispado de Mondoñedo por lo que su influencia como nexo comercial facilitó el desarrollo y fortaleza de la construcción naval en la zona. La edad de oro de la producción naval en esta zona del norte de España, y su máximo crecimiento, se produce a partir de la conquista de América y el reinado de Felipe II. Es en el Astillero de carpintería de ribera de La Linera, donde fueron construidas dos urcas (galeras) que lucharon en la Armada Invencible.
La aparición de los nuevos sistemas de propulsión a vapor y la construcción en hierro, trae consigo una transición inevitable, tanto de la construcción naval como de la navegación a vela. Poco a poco los astilleros de la zona entraron en declive y fueron cerrando o dedicando su actividad casi exclusivamente a la construcción de pequeñas embarcaciones de pesca, con un producto único y singular: el bote de vela latina de la Ría del Eo. Una embarcación perfectamente adaptada a las condiciones del medio, capaz de deslizarse silenciosamente sobre las aguas de la ría sin apenas perturbar su tranquilidad y la de los habitantes que en ella viven.
En la publicación comarcal “El Aldeano” (1929-1933), encontramos innumerables noticias sobre los usos y costumbres de ésta singular embarcación, entre ellas, el hoy desaparecido oficio de “botero”, la persona encargada de trasladar a los pasajeros entre las localidades ribereñas. El botero desarrolló su labor hasta bien entrados los años 60.
El último carpintero de ribera de la Ría del Eo, sigue trabajando con las técnicas de sus antecesores y encargándose de difundir el oficio, centrando sus esfuerzos en lograr que la embarcación que es todo un símbolo de la imaginería identitaria de Castropol, sea reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
(Foto Pacho)
“Si quieres construir un barco, no empieces
por buscar una madera, cortar tablas o distribuir
el trabajo. Evoca primero en los hombres y
mujeres, el anhelo del mar libre y ancho”
ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY
(Foto de capa de Ana Panzol)