“¡Cuántas veces la lectura de un libro ha sido la encrucijada
que ha cambiado el curso de la vida de una persona!”
Henry David Thoreau
Un libro puede ser de ayuda por varios motivos, por el propio argumento, por la perspectiva aplicada, por el comportamiento de los protagonistas que presentan situaciones asimilables a las nuestras, a veces un pequeño fragmento te lleva a la reflexión y a descubrir perspectivas que pueden ayudar a afrontar situaciones difíciles.
La lectura de los libros recomendados requiere un pequeño esfuerzo por parte del lector, se trata de realizar una lectura pausada, reflexiva, saborearla poco a poco, como si fuese una píldora que se va deshaciendo en la boca.
Como su propio nombre indica, la biblioterapia es la utilización de la lectura como forma de terapia, como herramienta para mejorar el estado de salud de las personas mediante el proceso de identificación que se produce cuando el lector se ve reflejado en la historia, por la conexión que se establece con situaciones y personajes. La lectura de una buena novela ayuda a expresar estados de ánimos, sentimientos o emociones que, sin este apoyo, sería más difícil verbalizar.
La Asociación Americana de Bibliotecas (ALA) -Asociación sin ánimo de lucro que promueve el desarrollo de las bibliotecas a nivel internacional- define la Biblioterapia como “la utilización de libros y otros materiales en un programa de lectura dirigida , prescrita como terapia auxiliar en el tratamiento de desórdenes mentales y emocionales, así como de desajustes sociales”.
Hagamos un poco de historia, aunque puede parecer novedosa la biblioterapia viene practicándose desde la Antigüedad. En el Egipto de los Faraones, las bibliotecas estaban ubicadas en templos denominados “Casas de Vida”, ya que se entendía que eran centros de conocimiento y espiritualidad. El faraón Ramsés II mandó grabar en el frontispicio de su biblioteca la frase “Remedios para el Alma“. En la Grecia clásica la lectura era considerada como una “medicina para el alma” y los romanos recomendaban la lectura de los textos de célebres oradores para generar sentido crítico entre los lectores. Durante la Edad Media no se abandonó esta tradición, y se sabe que en las intervenciones quirúrgicas se solían leer textos religiosos o profanos para estimular la resistencia del paciente.
El término, como tal, apareció por primera vez en la revista “The Atlantic Monthly” en el año 1916, el doctor Bangster recetaba libros a quién lo pudiera necesitar: “Un libro puede ser un estimulante, un tranquilizante, un irritante o un soporífero. La cuestión es que debe hacerte algo y tú tienes que saber qué es. Un libro puede ser un jarabe calmante o puede ser una cataplasma de mostaza irritante”
Al finalizar la I Guerra Mundial, los libros eran recomendados a los soldados para recuperarse de los traumas causados en la guerra. Este servicio era prestado por bibliotecarios de la American Library Association (ALA), en el hospital de Washington D.C. y se conocen casos en los que el servicio ayudó al paciente en su recuperación. Tanto en el periodo de entreguerras, como después de la II Guerra Mundial, se incrementó el interés por la biblioterapia y los informes de la época sobre el tema coincidían en la eficacia del tratamiento.. Destaca una biblioterapeuta pionera: Sadie Peterson Delaney, que tras su paso por la Biblioteca Pública de Nueva York, se hizo responsable de la biblioteca del Hospital de Veteranos de Alabama en EEUU. Allí estableció relaciones con los médicos y el personal del hospital, les convenció de la importancia de la biblioteca para la recuperación de los pacientes puesto que la consideraba “..un laboratorio y taller para la mejora y el desarrollo integral del ser humano”.
¿EN QUÉ SE BASA LA BIBLIOTERAPIA?
La base de todo está en la empatía, se produce un proceso emocional de identificación y de proyección, de manera consciente o inconsciente, de los motivos personales del lector sobre las situaciones vividas por los personajes. La lectura funciona como espejo en el que ver reflejado nuestros comportamientos.
“Transferir la experiencia de leer ficción en situaciones del mundo real es un salto natural“, como explica David Comer Kidd, profesor de psicología social de la Universidad de Harvard, coautor de un estudio publicado en la Revista Science, que también relaciona lectura y empatía: “Usamos los mismos procesos psicológicos para entender la ficción y las situaciones reales. La ficción no es solo un simulador de experiencias sociales, sino que es una experiencia social”. Las palabras tienen un poder evocador que el cerebro puede logar reproducir: puedes oler o saborear lo que estás leyendo. El escritor Henning Mankell, al final de su enfermedad decía que su médico de cabecera le recetaba leer “el único médico que me ha recetado, además de las pastillas inevitables, leer libros: lea a Tucídides y ya me dirá”.
Actualmente son varias las instituciones médicas, que en colaboración con centros culturales y sociales como son las bibliotecas públicas, desarrollan proyectos basándose en la biblioterapia: centros de atención primaria en Dublín que colaboran con la Biblioteca Pública de la capital de Irlanda, el Servicio de Salud de Australia con bibliotecarias que trabajan en el ámbito de la biblioterapia. Destaca la iniciativa privada “The School of Life” creada en Inglaterra por el filósofo Alain Botton, en su centro se imparten talleres de todo tipo centrados en el desarrollo personal y la inteligencia emocional. Uno de esos servicios es, precisamente, la Biblioterapia. De él se encargan Susan Elderkin y Ella Berthoud, quienes empezaron a “prescribirse lecturas” cuando eran universitarias, son ellas quienes han publicado el libro, “Manual de remedios literarios: cómo curan los libros” publicado en España en 2017 por la editorial Siruela. Recoge el manual una serie de “enfermedades” y padecimientos que van desde la soledad, la vejez y la depresión hasta el dolor de muelas, dejando claro que, en muchos casos, los “males” pueden ser tratados con un punto de humor.
En España existen también algunas iniciativas con proyectos impulsados, implementados y coordinados por el sistema sanitario en colaboración con las bibliotecas públicas. En Galicia, varios hospitales cuentan con catálogos para pacientes en las bibliotecas. En Asturias la Biblioteca Pública de Castropol tiene desde 2019 un proyecto en colaboración con el centro de salud de la localidad y el área sanitaria del occidente de Asturias denominado BiblioSALUD.
No hay duda de que los libros aportan múltiples beneficios, aunque solo sea por el placer que nos proporcionan al leerlos, a no ser que, como al ilustre Alonso Quijano, las lecturas te hagan ver gigantes, allí donde la mayoría únicamente ve molinos…pero eso ya es otra historia.
“La función de la literatura es comentar la vida para gente que también está
interesada en analizar la suya a través de la literatura”
Doris Lessing